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Enfoque y perspectiva social de la Fundación

 

Todas las actividades de la Fundación están fundamentadas y transversalizadas por un enfoque de género que busca el empoderamiento y reconocimiento simbólico y material de las mujeres como sujeto activo de sus propias vidas. La dominación de género es la más antigua y la más invisibilizada en la historia de la Humanidad, y quizás por ello la más fuerte. Colombia es, además, uno de los países con mayor violencia machista según indican todos los índices pertinentes para su medición (desde la brutal cifra de asesinatos de mujeres al año, la violencia intrafamiliar, la trata, etc.). Muchas de esas mujeres afectadas por las diversas formas que adopta la violencia de género son cabezas de hogar por lo que, considerando el momento político actual de nuestro país, nos obliga a adoptar una serie de compromisos con la cuestión de la mujer que permitan aprovechar una etapa de grandes cambios sociales para construir nuevas relaciones sociales libres de la dominación del varón. Para todo ello es fundamental trabajar para garantizar la autonomía e independencia material de la mujer colombiana, así como el fortalecimiento del tejido asociativo vinculado a las luchas de género que actualmente en la región del Quindío es ciertamente débil.

 

Desde nuestros primeros pasos en 1989 hemos trabajado la conservación de nuestro medio ambiente a través de la creación y la gestión de dos reservas naturales (Rosa de los Vientos y Yemanja). Pero también hemos sido activistas ambientalistas participando en RESNATUR como un proyecto ciudadano que vincula las reservas naturales de la sociedad civil y que ha llegado a ser parte de la legislación vigente. A pesar de todos los obstáculos y dificultades creemos que sigue vigente el principio por el cual se debe buscar el apoyo y reconocimiento por parte del Estado de todo ese entramado civil y asociativo que, sin ser parte de la administración pública, trabaja con ésta de forma cooperativa para garantizar los derechos medioambientales. Actualmente la región del Quindío como otras zonas de Colombia se encuentra amenazada por los planes de la Megaminería, los monocultivos y otras prácticas económicas que atacan la sostenibilidad ambiental. Amparándonos en los mapeos y las investigaciones que se han venido desarrollando, impulsadas principalmente por la Fundación Cosmos que lideró la lucha contra los monocultivos (gestionados sobre todo por multinacionales), así como con los resultados de las investigaciones sobre el impacto de la construcción del Túnel de la Línea, desde nuestra Fundación colaboramos de forma activa con la denuncia y la articulación de demandas populares frente a esta amenaza. Recordemos que Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo: es responsabilidad de todos y de todas, especialmente de las autoridades públicas, velar porque siga siéndolo.

 

No por casualidad el tipo de prácticas destructivas con la biodiversidad enraízan en el pasado colonial, en aquel período tan lejano y tan presente en el que los españoles introdujeron el concepto de propiedad exclusiva y excluyente sobre la Tierra, motivados por el ansia de recursos y riquezas que encontraron en las poblaciones ancestrales que habitaban estas tierras. Desde nuestra Fundación partimos del reconocimiento de las poblaciones indígenas en pos de resarcir y restaurar esos errores/horrores históricos.

 

Asimismo consideramos la infancia como el fundamento de la futura vida social sobre el que queremos sembrar las semillas de las experiencias y aprendizajes recogidos, por lo que la Fundación se ha volcado también con el trabajo con infantes (visitas de escuelas principalmente) y el legado generacional.

 

Finalmente, es necesario hacer mención al actual proceso de paz. El conflicto armado ha supuesto para nuestro país una enorme destrucción de biodiversidad en la medida en que la “razón de las armas” consideró la Naturaleza como un escenario más de sus batallas o un recurso a explotar para hacerse más fuerte frente al enemigo. Por todo ello las restauraciones sociales encaminadas a enriquecer el proceso hacia la paz deben tener un fuerte compromiso de restauración para con la naturaleza. No basta con la educación ambiental en las escuelas o con garantizar la satisfacción de necesidades, se hace necesario generar procesos colectivos que creen identidades locales compartidas en torno al buen uso y la buena gestión de los bienes comunes restaurados en este proceso de paz. Hemos vivido durante décadas un período en el que la paz era una ilusión y la destrucción de nuestro medio una constante, hoy queremos ser protagonistas de este momento histórico en el que la paz se haga una realidad desde el respeto y el amor a nuestra tierra.

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Proyecto Boquía Parque Viviente

 

El Proyecto Boquía Parque Viviente es el que mejor recoge nuestros enfoques, pretensiones y esperanzas. Fue el primer proyecto en presentarse al Banco de Proyectos de Salento en 1998, aunque comenzó a gestarse en 1996. El gobernador por aquellos años, Henri Gómez, lo consideró un “proyecto sorprendente” por haber pensado e integrado todas las áreas para un desarrollo pleno de la población de Boquía. Este proyecto entroncaba en la idea de apoyar y acompañar a las poblaciones en lugar de desplazarlas u ofrecerles simplemente mecanismos de ascenso social que supongan la “salida” del lugar de origen. Su fuerza reside en su enfoque integrado que contemplaba las estrategias para el desarrollo cultural, ambiental, educativo, económico de Boquía; se propuso dotar a esta población de las infraestructuras mínimas para salir de la situación de pobreza y marginación social, pero también de todos los recursos necesarios para un desarrollo pleno de su potencial (centros culturales, capacitaciones en diversos talleres y oficios, huertos orgánicos, etc.). El principio que operaba de fondo era la idea de que la Tierra es un Bien Común y las distintas formas de apropiación privada sobre sus partes no deberían suponer criterios de estratificación social tales que impidan el libre desenvolvimiento de las capacidades humanas y la garantía de los derechos de su población. Pero también contemplaba como un factor imprescindible la participación ciudadana y la conservación del medio, por lo que se propusieron, por ejemplo, las reformas de las casas ya construidas por medio de tecnologías apropiadas en un proceso en le que los vecinos y vecinas elegirían los colores y diseños de sus propias casas.

 

Gracias a la presentación de este proyecto a través de la participación en la Junta de Acción Comunal de la Vereda de Boquía se consiguió el alumbrado y pavimentación de las vías públicas de la localidad así como la implantación del sistema de saneamiento básico. A pesar de ello, el proyecto fue abandonado y no se invirtieron los recursos y esfuerzos necesarios para desplegar el resto de áreas en él contempladas. Debido a esa razón consideramos que el proyecto sigue vigente en el escenario político e histórico actual, en el que la situación post-conflicto debería ser aprovechada por las autoridades públicas para invertir no sólo en infraestruturas o en la mejora “meramente” económica del nivel de vida, sino recuperando el enfoque integrado anteriormente mencionado. Su vigencia viene también probada por un uso gemelo del proyecto que tuvo lugar tras el terremoto de 1999, cuando la administración nos solicitó permiso para hacer una réplica del proyecto que daría lugar a la Aldea del Artesano.

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